La cumbre sobre cambio climático, COP27 ¿qué hay de nuevo?
La COP27 se celebró en Sharm El Sheij, Egipto, entre el 6 y el 20 de noviembre de 2022. Fue la segunda cumbre con mayor asistencia después de la de Glasgow en 2021 y la quinta que se celebraba en el continente africano, uno de los más vulnerables ante los impactos del cambio climático. DSF reunió a un panel de expertas que analizaron, desde diferentes perspectivas, el acuerdo alcanzado en Egipto.
La cumbre se celebró en un contexto internacional y geopolítico complicado, marcado por la guerra de Ucrania, la crisis energética, problemas de seguridad alimentaria, y una situación económica inflacionista, tal y como explicaba Teresa Solana, Coordinadora de Asuntos Internacionales de la Oficina Española de Cambio Climático. El resultado de la cumbre ha tenido tanto aspectos positivos como negativos. Por un lado, el acuerdo ha sido claramente insuficiente con relación a la ambición climática, aunque se han ratificado acuerdos importantes alcanzados en Glasgow: el compromiso de reducción de las emisiones un 45% en 2030, respecto a los niveles de 2010, una llamada clara a los países para presentar objetivos más ambiciosos y el compromiso reducir paulatinamente el uso del carbón y reducir las ayudas a los combustibles fósiles.
Por otro lado, y entre los aspectos positivos, Solana destacó la aprobación de una “nueva agenda de solidaridad”, que da respuesta a las necesidades de los países más vulnerables a través del establecimiento de nuevos mecanismos financieros. Entre ellos destaca la creación de un fondo específico para hacer frente a las pérdidas y daños de los impactos del cambio climático, una petición histórica de los países más vulnerables. El término "pérdidas y daños" hace referencia a los impactos del cambio climático que no son o no pueden ser evitados por los esfuerzos de adaptación y reducción de emisiones.
Además, se ha profundizado en el debate de la financiación, reconociendo que la respuesta a la crisis climática requiere una movilización de flujos financieros sin precedentes. En el marco de este debate se ha abierto la puerta a reformar la arquitectura financiera internacional para dar respuesta a las crisis actuales. La cumbre avanzó también en aspectos técnicos, relacionados con la transición justa, los planes de acción de género, los marcos de transparencia, así como el papel que puede jugar la naturaleza, una cuestión importante a las puertas de la celebración de COP15 del Convenio de Biodiversidad.
COP27 y adaptación
A menudo se ha hablado de la cumbre de Egipto como la COP de África, y como tal, la adaptación ha tenido un protagonismo importante e inusual. María José Sanz, Directora Científica de BC3, Basque Centre for Climate Change, explicaba que el Acuerdo de París estableció la necesidad de definir un objetivo global de adaptación, con el fin de desarrollar capacidades, aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad ante el cambio climático. Sin embargo, si bien la mitigación o reducción de emisiones se puede medir, evaluar el progreso en materia de adaptación resulta mucho más complejo. En la COP26 se puso en marcha un programa de trabajo para mejorar la acción en adaptación. Aunque inicialmente se preveía desarrollar el programa durante 2 años, se decidió acelerar el trabajo y generar un resultado intermedio con la intención de elevar la urgencia y poder informar el primer balance global previsto para el año que viene, que será el primer esfuerzo colectivo de evaluación del progreso en el marco del Acuerdo de París.
La importancia de los actores no estatales
El papel de los estados en las negociaciones internacionales sobre el cambio climático es evidente, pero no debemos olvidar que muchas de las políticas climáticas se desarrollan e implementan a escala regional y local. Heloise Chicou, gerente del programa sobre clima de Regions4 Sustainable Development, describía la creciente visibilidad de actores no estatales como los gobiernos regionales y locales en las COP. Entre otras iniciativas regionales, Chicou presentó la Declaración de Rabat Salé Kénitra, firmada por 48 gobiernos regionales, que exige el reconocimiento formal de la contribución de estos gobiernos en el proceso multilateral, la intensificación de una coordinación multinivel efectiva y la puesta en marcha de mecanismos que favorezcan esta coordinación, reclamando a su vez que las instituciones financieras refuercen su actividad en países en desarrollo, sin olvidarse de la financiación también a nivel subnacional.
En cuanto al sector privado, Cristina Rivero, Directora del Departamento de Industria, Energía, Medio Ambiente y Clima de la CEOE, destacaba el papel que éste puede jugar en los procesos de innovación y desarrollo de tecnologías necesarias para la descarbonización en 2050. En este sentido, no ocultó un cierto desencanto ante la falta de reconocimiento a la aportación que puede hacer el sector privado, además de su contribución a la financiación.
Entre los aspectos positivos, Rivero comentó que en Egipto se aprobaron multitud de iniciativas, como la declaración que recoge el compromiso firme de más de 200 empresas y organizaciones con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC. Otro ejemplo de este tipo de iniciativas que surgen en paralelo a las negociaciones es la iniciativa de EEUU de impulsar un nuevo mercado voluntario de comercio de derechos de emisión para impulsar y acelerar la inversión privada en proyectos de energía limpia en países en desarrollo. Rivero destacó también la importancia de la publicación del informe del Grupo de Expertos de la ONU para evitar el greenwashing con los compromisos climáticos y verificar los objetivos net zero que anuncien las empresas.