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Yo no elijo que a los 65 años me cambien el patrón de vida

Estamos acostumbrados a escuchar que las personas mayores son más cascarrabias e irritables, personas más depresivas o que están más solas. Los estudios sociológicos realizados lo niegan. Es un tramo de edad donde la depresión tiene una incidencia menor que en otros tramos, no se trata de personas que no sepan disfrutar de la vida. “Tener 65 años se parece muchísimo a tener 64 y 364 días. Las personas mayores cascarrabias o depresivas ya lo eran antes. No hay ningún corte ni la edad impone una manera de ser. El paso de los años sólo puede intensificar nuestras características anteriores”.

Lo remarca Wenceslao Peñate, Doctor en Psicología y Catedrático de la Universidad de La Laguna y codirector del curso “La salud mental en las personas mayores (a propósito de la pandemia)”.

No es verdad que sean personas con mayores patologías mentales, al revés. Hay muchas creencias que no responden a la realidad. Los trastornos tan comunes como la ansiedad y depresión tienen menor prevalencia. Los únicos que se incrementan con la edad son los neurodegenerativos y son realmente llamativos a partir de los 85 años.

Las personas más longevas (a partir de los 85 años) son personas más protegidas por su experiencia y enfrentan su vida de una manera más relajada. “Son observadores sosegados de la vida” en palabras de Wenceslao Peñate. Da la impresión que piensan que han superado bien todos los problemas y que se enfrentan al futuro con otra perspectiva. A pesar de las falsas creencias, son personas satisfechas con su vida”.


La depresión es el trastorno mental con que debutan las personas mayores, pero comparativamente la prevalencia es menor que entre los adolescentes y personas maduras. 


Hay actitudes que envejecen a los mayores, por ejemplo, hablarles con un lenguaje infantil. Probablemente al principio les molesta, les estigmatiza, pero al observar que todas las personas le hablan así y buscando la atención de los cuidadores y personas cercanas terminan por aceptarlo. Biomédicamente se ha conseguido que las personas con la edad sean muy competentes tanto psíquica como físicamente, sin embargo, hay una presión social para que se sientan mayores. “Hoy en día las personas de 65 o 70 años no entienden que sean mayores. No es comprensible que se les obligue a considerarse mayores cuando ni psíquica ni mentalmente se sienten mayores".


Te presionan a ser mayor, te cambian el lenguaje, te cambian tus cometidos, te eliminan tareas que supuestamente no puedes hacer o te dan un trato preferencial que puede molestar mucho a algunas personas.


Son personas perfectamente competentes y además es lógico teniendo en cuenta los avances de las ciencias de la salud. Otra cosa distinta es querer aparentar una edad que ya no tienen, que puede tener componentes psicopatológicos.


Wenceslao Peñate denunciaba también la presión social para retirar a las personas de cierta edad aduciendo el argumento de que tienen que dejar paso a la juventud.” Yo no estoy molestando a nadie, yo trato de vivir mi vida. Yo no elijo que a los 65 años me cambien el patrón de vida” No es comprensible que, en algunos sectores como la universidad, se retire obligatoriamente al profesorado de 70 años. “A esa edad hay gente muy potente, intelectualmente brillante que pueden seguir ayudando a la sociedad a las que se les manda para casa".


Prácticas que podrían tener su explicación en otras épocas donde se alcanzaba esa edad con mucha menos salud. Carece de sentido social porque se está perdiendo un capital humano muy valioso.


“La jubilación no deseada se vive como un momento traumático. Momento crítico que puede dar pie a una depresión que, aunque no se da en un primer momento, aparece a medida que transcurren los meses cuando la persona comienza a desvincularse de las cosas que hacía y le gustaban”. Curiosamente, es tal el cambio vital que algunas personas comienza a tener crisis de pánico. 


A raíz de la pandemia, se ha experimentado un crecimiento en trastornos psicológicos a todas las edades. Ansiedad, problemas de sueño, depresión, problemas obsesivo-compulsivos… producto de las condiciones estresantes en las que se vivió. Por cada persona que antes necesitaba atención psicológica, ahora hay 3. Las personas mayores también han sufrido ese incremente pero no más que en otras edades. Los problemas psicológicos entre las personas mayores se dieron al inicio de la pandemia. Luego han sabido adaptarse mejor, todo lo contrario de lo ocurrido entre los jóvenes.


En el caso de las personas con problemas neurodegenerativos como el Alzheimer, la pandemia ha provocado un agravamiento de la enfermedad. En los casos de problemas neuroafectivos, las personas tardan mucho más en recuperarse. El trastorno neuroafectivo no tiene un origen neurológico.  La depresión por ejemplo provoca pérdidas de memoria o concentración que pueden interpretarse como un principio de demencia. Al tratarse la depresión, desaparecen los síntomas de deterioro cognitivo porque el problema es afectivo. Tras la pandemia se ha constatado que la recuperación en estos casos es mucho más lenta.


Se lamenta Wenceslao de la falsa creencia de que los tratamientos psicológicos no están hechos para las personas mayores cuando, al contrario, son personas especialmente proclives a las terapias psicológicas y a la psicoterapia. “Eso de tratarlos con medicación solamente es otro estigma que no se justifica. Los mayores tienen una capacidad reflexiva mucho mejor para iniciar un proceso psicoterapéutico que en otros tramos de edad. La participación activa necesaria por parte del paciente es más segura entre las personas mayores”.


En el curso se aborda el miedo a la muerte como uno de los factores de ansiedad más remarcable entre los mayores. Ese miedo se vive de forma muy distinta a cómo la vive la juventud. “Lo que les preocupa a los mayores es el cómo va a ser. Cómo voy a morir”. El abordaje psicológico tiene que desterrar los miedos a hipotéticas circunstancias que no tienen por qué darse. Les preocupa que sea en solitario, dolorosa o un proceso muy largo. Hay que hacerles entender que no les tiene que tocar precisamente a ellas la peor muerte, es una distorsión de la realidad.


El Curso de Verano, que se celebra el 31 y el 31 de agosto (presencial y online en directo) se detendrá también en el cuidado de los cuidadores, normalmente familiares. La tarea de cuidar no es inocua y frecuentemente esas personas tienen problemas psicológicos importantes. Se dan casos de cuidadoras medicalizadas (frecuentemente son mujeres) por la depresión y el estrés que experimentan a la hora de hacerse cargo de mayores también tratadas por una depresión generada por su dependencia. Una paradoja muy común.