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José María Ordovás: los niños menores de 10 años parece que no son tan infecciosos

Quizá un confinamiento menos drástico no hubiese provocado la estampida social posterior. Un grupo de virólogos, especialistas en inteligencia artificial, matemáticos, estadísticos, economistas y sociólogos, es decir “todas las ramas de la ciencia” compuesto por 15 expertos y dirigido por José María Ordovás, sigue asesorando al Ministerio de Ciencia e Innovación.

Ordovás en referencia a la evolución de la situación en España decía que “es preocupante pero también era predecible y de nuevo hemos fallado en anticipar y prevenir el problema, tal como ocurrió inicialmente. Aparte de eso las estadísticas dependen de como los datos son recogidos y transmitidos y de su calidad dependen los modelos de predicción y de estos, las medidas a tomar. En Estados Unidos donde reside el Director de Nutrición y Genoma de la Universidad de Tufts de Boston, “se pueden “reducir” el número oficial de infectados simplemente haciendo menos testing, pero eso es evidentemente, esconder la basura bajo la alfombra. Debemos preocuparnos menos de que posición ocupamos en el ranking mundial y utilizar esos números para apuntar dedos y concentrarnos en el problema que tenemos entre manos y ver como todos ponemos nuestro granito de arena para paliar en lo posible el daño personal y social. La situación es mala en muchos países. Dentro de Europa, Italia parece que lo está haciendo mejor que nosotros; en Gran Bretaña la situación no es nada buena y en los titulares de la prensa de esta semana vemos lo que esta ocurriendo en Francia o en Alemania. En contraste nos llegan las noticias paradójicas de celebraciones masivas en Wuhan sin mascaras ni distanciamiento. Si uno ve el vaso de agua medio lleno, el mensaje es que el virus se puede controlar como así parece que lo han conseguido, al menos oficialmente en China. Que hemos hecho mal? Quizá el hecho de que hemos pasado de “cero a cien” de una manera muy rápida. En una situación tan compleja no intentemos buscar razones únicas. Es un cumulo de motivos. Actuamos bien con el confinamiento, aunque quizá no tuvo que haber sido tan drástico o rígido para limitar también la estampida que le siguió en algunos sectores y así se hubiera limitado este rebrote u oleaje tan adelantado que hemos tenido. Además, en el conocimiento científico acerca del virus vamos saliendo de la oscuridad total, pero seguimos en la penumbra.

En Estados Unidos hay científicos excelentes como Anthony Fauci con experiencia en pandemias anteriores y a pesar de su experiencia y recomendaciones, el hecho de que otros eslabones de la cadena se rompan, ha provocado ese crecimiento actual de la morbilidad y mortalidad. Quizá el eslabón más débil en la cadena haya sido la falta de transparencia en los mensajes de un presidente al que cuando no le gusta lo que un asesor le recomienda, sencillamente se busca otro que esté de acuerdo con lo que él piensa. Trump se está dejando aconsejar por personas que no le llegan a la suela de los zapatos de Anthony Fauci, que llegan a sugerir la práctica de la inmunidad de rebaño y mientras tanto “el muerto al hoyo, y el vivo al bollo.” Que yo sepa esto ya se ha intentado en otros países sin éxito.

Desde el inicio de la pandemia ¿Sabemos algo nuevo y significativo del virus? “una pregunta muy difícil y que necesita reflexión. Aparentemente no mucho. Hemos descubierto su identidad desde el principio, conocemos su modo de acción, trágicamente sabemos mucho mas de sus efectos, pero cada día nos sorprende con algo nuevo y estamos lejos de saber como controlarlo y acabar con el, que es al fin y al cabo lo que interesa. Sobre las vacunas, las noticias son optimistas, pero un optimismo basado mas en razones políticas y económicas que en una base científica. Todavía estamos a meses de saber si funcionan y cuales funcionan, y quizá a un año de distancia de su distribución a la población general.  Recordemos por otra parte que estamos pidiendo que algo que lleva 5-10 años se consiga en 5-10 meses y las prisas nunca fueron buenas (pongamos por ejemplo lo de la vacuna rusa). Por otra parte nunca en la historia se ha trabajado en la investigación de una manera tan masiva como en estos momentos. ¿Qué cosas sabemos? Sí sabemos que el virus ataca mas a las personas mayores y que los niños menores de 10 años no parecen ser tan infecciosos y que además cuando se infectan lo hacen sin consecuencias graves (en su inmensa mayoría) para ellos. Dato muy importante a la hora de planificar la reapertura de los centros escolares. Si repitiéramos la entrevista dentro de un mes quizá tenga que cambiar de opinión, pero de momento así parece”. Poner en práctica las soluciones que podrían sacarnos de este problema es difícil por el costo que supone social y económico. Como también lo es el que “todo el mundo marche al mismo ritmo” cuando se escuchan tantas músicas diferentes.

Un nuevo cierre de fronteras como parece que se avecina en Europa a juicio de José Maria Ordovás “servirá para poco si no se controlan las cosas en casa. Quizá habría que incidir mas en el control de aquellas personas que cruzan esas fronteras con test unos tres días antes de salir de su país y en los 3-5 días tras llegar al país de recepción. Eso disminuiría los periodos de cuarentena significativamente, así como la posibilidad de contagios. He de comentar que una de las peores armas de este virus es precisamente el hecho de que sea asintomático en tantos individuos lo que le ha facilitado enormemente su dispersión.

 

La importancia de la dieta ante la COVID-19

Una nutrición equilibrada es importante en cualquier situación, pero en tiempos de pandemia, puede contribuir positivamente desde dos perspectivas. De un lado para reforzar el sistema inmunitario. Las consecuencias de la infección van a ser menores si se mantiene la inflamación y oxidación bajo control y eso se puede conseguir con una buena alimentación de base. “No estamos hablando prevenir la infección, pero si de poder responder con energía al contagio con un sistema inmunitario reforzado por esa buena nutrición.

Por otra parte, sabemos del peligro añadido que supone la diabetes, la obesidad o las enfermedades cardiovasculares ante la COVID-19 y sabemos que todas esas enfermedades tienen un componente nutricional alto. Por eso podemos hablar también de prevención de estas enfermedades y de esta manera prevenir también las consecuencias mas graves asociadas con la COVID-19 (hospitalización y muerte).

Las personas de la tercera edad de por sí tienen un sistema inmunodeprimido, suelen tener una alimentación no adecuada, y por la edad tienen mayor riesgo de diabetes o enfermedad cardiovascular. “Tenemos la tormenta perfecta. No es de extrañar la mortalidad que hemos tenido en este segmento de la población dadas las características especificas de este virus. Además, a esto se ha unido las vías de transmisión, y la falta de un aislamiento apropiado ante portadores del virus.

Uno de los efectos del aislamiento social han sido los cambios en los hábitos nutricionales de las personas. Algunos los han mejorado, pero la mayoría los han empeorado, lo cual en combinación con la inactividad física ha provocado una ganancia de peso aumentando así el riesgo de obesidad y diabetes y de peor pronóstico ante futuras oleadas. “Son necesarios programas de formación que informen a la ciudadanía sobre la importancia de su nutrición de la misma manera que nos advierten de la importancia de la mascarilla. Hay que comunicar claramente el mensaje de la necesidad de cuidarse uno mismo no solo en términos de higiene y distanciamiento, sino también en términos de los hábitos nutricionales y de actividad para así capear esas nuevas olas que, por desgracia, nos van a llegar.