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El producto tiene que ir de la cuna a la cuna de su origen y no a la tumba que es el vertedero

La economía circular, lleva implícita la colaboración empresarial. No valen los parámetros de pura competencia para fabricar mejor y más barato que el otro. De hecho, las empresas ya están notando la presión que pueden tener por su huella medioambiental. Lo decía José. A. Moneva director del Curso de Verano “Del desarrollo sostenible a la economía circular: situación actual y retos a futuro”.

Como ejemplo de lo que no podemos seguir haciendo, mencionaba a las 6 islas de plástico que actualmente flotan en el Pacífico donde flotan 1.8 billones de piezas que equivalen en extensión a Alemania, Francia y España juntas y que pesan 80.000 toneladas.” Tenemos que trabajar para que nada llegue al mar”

En el campo regulatorio citaba la ley de economía circular que China aprobó en 2008, la directiva de la UE y por comunidades subrayaba las leyes existentes en Euskadi, Cataluña, Aragón y Castilla la mancha, recordando que las normativas contemplan varios aspectos: la regulación medioambiental, la colaboración, los esfuerzos en I+D+I en los sistemas de producción además de la transparencia e información de los mismos.

“Las empresas ya lo están notando. Como ejemplo, la advertencia que hace dos años recibió Inditex cuando le recordaron que otras empresas de su sector ya trabajaban bajo esquemas de economía circular, es decir “un producto tiene que ir de la cuna a la cuna de su origen y no a la tumba que es el vertedero”

Recordaba también el Prof. Moneva la directiva de la UE sobre la Información no Financiera según la cual las empresas tienen que dar cuenta ya de su huella medioambiental

Sabina Scarpellini, profesora de la Universidad de Zaragoza por su parte comenzaba su intervención diciendo que “No hay cubos de basura en la naturaleza” ni tampoco un indicador único para medir la circularidad de las empresas. Pero, sí decía “una empresa totalmente circular no puede serlo por sí sola”

Hablando de economía circular, hay que hablar de varios niveles. A nivel Macro es necesario desacoplar el crecimiento de la economía con el crecimiento del consumo de recursos, y a nivel micro (que compete a las empresas) desacoplar el uso de la propiedad.

En medio, existe el Nivel MESO donde tenemos muchas posibilidades por lo que atañe a la simbiosis industrial. Es decir, empresas que colaboran “No una empresa sino un conjunto en colaboración”

La UE ha marcado como objetivo un máximo de un 10% de todos los residuos para 2030. El reciclaje se incentiva mediante el pago de tasas por el uso de vertedero, pero también apelando a la responsabilidad del productor en el fin de vida de su producto. (asumir los costes a la hora de retirar el producto)

“Reducir, Reutilización, Reciclar, Recuperar… son cada vez más las “R” a aplicar.  Son una pata de la sostenibilidad centrada en no generar residuos”.

En las distintas fases de la producción comenzamos por el propio diseño del mismo, el ecodiseño que contempla un uso de energías renovables, un diseño para la reciclavilidad del producto y para su durabilidad y un uso de materias primas secundarias (ya recicladas) y no vírgenes.

La empresa circular tiene sus riesgos. La dependencia de usar productos anteriormente usados; una rentabilidad a corto plazo menor y una demanda de mercado. En este punto hay que tener en cuenta que, gracias a la sensibilización social, la demanda es mucho mayor.

La economía lineal no deja de tener sus propios riesgos. La dependencia de las materias primas vírgenes y su volatilidad de precios, el crecimiento del consumo y de los efectos derivados del cambio climático que se traduce en un endurecimiento legislativo.

La colaboración entre empresas es imprescindible para alcanzar niveles de circularidad. Sabina Scarpellini valoraba también la motivación de las empresas para verse como aventajadas en materia de sostenibilidad; en los pasos que quieren dar hacia el objetivo 12 de las ODS de la ONU vendiendo una imagen de responsabilidad social corporativa porque “eso ya les es rentable” y de hecho son cada vez más las instituciones públicas y las distintas plataformas sociales las que se encargan de difundir su nivel de circularidad.