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La política de vivienda hay que iluminarla desde una perspectiva de género

La vivienda es un elemento fundamental para la calidad de vida de las personas. La calidad de la vivienda, sus posibilidades  afecta a nuestra vida cotidiana y una perspectiva de género en su construcción y diseño es mucho más importante que aparente.

Estamos en un momento importante para la calidad de las viviendas por varias razones expuestas por Ines Sánchez Madariaga e Ines Novella, codirectoras del curso “Género, arquitectura y vivienda”. Entre ellas el confinamiento por la Covid que nos ha obligado a ver la importancia del espacio en el que vivimos, la importancia de tener luz o un balcón, pero tener también la posibilidad de asegurar una intimidad y una actividad laboral en las distintas estancias.

Por otra parte, algunas comunidades autónomas están revisando los estándares de calidad de la vivienda y urbanismo. El País Vasco está a punto de aprobar el Decreto de Habitabilidad de las Viviendas que introduce nuevas normas adaptadas a las necesidades de las personas con el paso del tiempo, las nuevas circunstancias, la obligatoriedad de terrazas o balcones e introduce una serie de criterios desde una perspectiva de género. Se evitan recovecos y ángulos ciegos que creen inseguridad en portales y zonas comunes y dentro de las viviendas se pretende integrar al máximo el espacio de estar- comedor- cocina.

Las dos han asesorado al Gobierno Vasco en este Decreto y las dos coinciden en responder a la pregunta de si una o un arquitecto tiene planteamientos claramente distintos a la hora de diseñar una vivienda. “Que el diseño esté realizado por una mujer no significa que ésta haya tenido un planteamiento de género pero sí es verdad que en la historia de la arquitectura residencial, las mujeres han sido capaces de introducir miradas diferentes. La conocida como “cocina de Frankfurt” la diseñó Margareta Schütte-Lihotzky y fue la propulsora de la cocina moderna, basada en criterios de funcionalidad y lógica. Lo que ahora conocemos como los muebles de cocina con encimera, muebles altos y bajos etc. Las mujeres históricamente han aportado ideas para convertir la vivienda en su espacio de trabajo más cómodo y práctico.

Inés Sánchez se queja en este sentido de una aculturación profesional que se da en las escuelas de arquitectura como profesión masculinizada que es. Las primeras mujeres, sobre todo, buscando una integración mimetizaron los planteamientos de los varones como normal. Su experiencia vital no la llevaban al campo profesional. “Se necesita una masa crítica de al menos un 30 de mujeres para que se dé desde dentro un cambio en las prácticas profesionales” Es lo que comienza a vislumbrarse ahora. Las mujeres son mayoría en las facultades, pero no en la profesión. Se da además una gran concentración en los puestos de trabajo con poco poder de decisión en actividades periféricas, no en grandes construcciones. Aun y todo se están incluyendo puntos de vista más femeninos empezando por los propios estudios de arquitectura, donde el trabajo es más cooperativo y más flexible en horarios. Hay además más diversidad en los procesos de creación y diseños urbanísticos. Diseños que integran mejor las perspectivas de las mujeres.

La perspectiva de género contribuye a diseños públicos que integran mejor a las personas y los entornos porque parte de la idea de que somos personas muy diferentes y por lo tanto necesitamos equipamientos muy diferentes, bien por edad o por cualquier otra circunstancia. El espacio público, la movilidad etc. tiene que responder a todas esas necesidades. La movilidad femenina es distinta porque es la movilidad de una persona cuidadora que necesita de unos servicios público no muy lejanos. Una movilidad que requiere trayectos de mayor seguridad tanto durante el día como de noche. La idea de “la ciudad de los 15 minutos” puede hacer compatible la vida personal con la profesional de todos, pero sobre todo de las mujeres. Comprar, llevar los niños al colegio, ir al médico e ir a trabajar.

El espacio público activo se hace con personas diversas. Los barrios tienen que responder a funciones residenciales, económicas o asistenciales además de las de ocio y deporte con las suficientes áreas verdes.

La visión de género femenina puede tener una perspectiva más decidida en cuanto a la sostenibilidad. Ines Novella decía que “la perspectiva de género y la de la sostenibilidad, si no en todo, generalmente están alineadas. Tienen una movilidad más natural que los varones, andan más y usan la bici, pero también necesitan unos trayectos más seguros, unas bicicletas con sillita para niños o con posibilidad de arrastrar un carrito. “No se puede apostar por la sostenibilidad sin una perspectiva de género si no queremos dejar fuera de las soluciones a muchas personas” Las rehabilitaciones energéticas en las viviendas es otro ejemplo que pone Ines Novella. Estadísticamente se ha comprobado que las mujeres, sobre todo cabezas de familia, cuentan con menos ingresos que los varones y acaban viviendo en casas con menor capacidad de adaptación o climatización. Quien puede costear un piso en un edificio con una calificación energética maravillosa, es estadística y mayoritariamente varón.

Ines Sánchez por su parte explica que la movilidad femenina es más sostenible a costa de una menor autonomía de las mujeres. “Es una falacia decir que la igualdad y la sostenibilidad ambiental vayan en paralelo, más bien al revés. La sostenibilidad en la movilidad se hace a costa del esfuerzo de las mujeres y su limitación de acceso a los bienes y servicios urbanos” Muchas de las cosas que hace más sostenible la vida de las mujeres es consecuencia de su menor capacidad económica, menor acceso a recursos que permiten una mejor adaptación energética de las viviendas. La pobreza energética es femenina”. Ines Sánchez reclama una mirada de las políticas ambientales a cómo impactan en las mujeres para que el objetivo medioambiental no contribuya aún más a empeorar la vida de las mujeres”

Otro error que se puede cometer es pensar que un plan de viviendas de protección oficial puede ubicarse en cualquier punto de la ciudad porque las mujeres y el sector vulnerable de la población es la que menos acceso tiene al vehículo particular o trabaja en horarios más comprometidos desde el punto de vista de la  inseguridad. Una política de vivienda social supone la construcción en barrios bien conectados y con los servicios públicos al alcance. A la política de vivienda hay que iluminarla desde una perspectiva de género.