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Mónica Guxens: "Se tendría que hacer un cambio radical en nuestras ciudades para proteger el cerebro de los niños"

La Investigadora catalana ofreció la charla "Exposiciones ambientales y desarrollo del cerebro: qué sabemos y próximos retos", en una de las Conversaciones Programa Marco Ambiental 2030, dentro de las jornadas abiertas gratuitas que organiza el Donostia Sustainability Forum.

Los lugares en los sé que se sitúan escuelas, hospitales, residencias de ancianos, lugares, en suma, que reúnen a población especialmente vulnerable, deberían ser protegidos y tenidos en cuenta en la planificación urbana, por los efectos que tiene la exposición a la contaminación atmosférica en el cerebro, según explicó Mónica Guxens, médica especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Guxens, asimismo, es profesora de investigación ICREA en el Instituto de Salud Global de Barcelona, donde dirige el Proyecto INMA, una red de investigación que analiza el papel de los contaminantes ambientales en el crecimiento y desarrollo infantil. La Investigadora catalana ofreció la charla Exposiciones ambientales y desarrollo del cerebro: qué sabemos y próximos retos, en una de las Conversaciones Programa Marco Ambiental 2030, dentro de las jornadas abiertas gratuitas que organiza el Donostia Sustainability Forum.

Según explicó, la etapa fetal y la primera infancia son períodos cruciales para el desarrollo del cerebro, momentos en los que es particularmente vulnerable a las exposiciones ambientales. La contaminación del aire, especialmente la derivada del tráfico rodado, es una de las más preocupantes debido a su alta prevalencia en las ciudades. Guxens señaló que las partículas contaminantes pueden llegar al cerebro a través de las vías respiratorias o incluso atravesar la placenta durante el embarazo. Diversos estudios han demostrado la relación entre la contaminación del aire y efectos negativos en el desarrollo cerebral. Por ejemplo, un estudio en Barcelona demostró que los niños en escuelas en zonas de alta contaminación presentaban un menor desarrollo de la función cognitiva en comparación con los niños en escuelas con aire más limpio.

Según expuso en la conferencia, la evidencia científica que existe hasta el momento indica que la contaminación del aire, especialmente aquella derivada del tráfico rodado, puede causar diversos problemas en el cerebro infantil. Las alteraciones en la sustancia blanca del cerebro, responsable de la transmisión de información entre las diferentes áreas del cerebro, pueden afectar la conectividad cerebral y, por lo tanto, el rendimiento cognitivo. En general, se han observado impactos negativos en la función cognitiva y problemas de control inhibitorio, una función cerebral crucial para la toma de decisiones, ya que permite evaluar riesgos y controlar impulsos. Asimismo, se han documentado efectos de la contaminación en el desarrollo de la estructura cerebral.

La importancia de la planificación urbana

Otro de los estudios realizado por su equipo encontró, por otra parte, que la exposición al ruido, especialmente en áreas con menos espacios verdes y mayor tráfico, se asocia con un desarrollo deficiente de la sustancia blanca del cerebro. Considerar las ciudades como sistemas complejos, detalló, permite abordar todos estos problemas, incluida la exposición a temperaturas extremas. Su investigación ha demostrado que la exposición a temperaturas muy altas o bajas durante los primeros años de vida se relaciona con un desarrollo deficiente de la sustancia blanca, especialmente en niños de entornos socioeconómicos desfavorecidos.

Por estas razones, Mónica Guxens subrayó la importancia de trasladar los resultados de la investigación a la población y a los responsables políticos para impulsar cambios en la planificación urbana. Medidas como la reducción del tráfico en los centros de las ciudades, la promoción del transporte público y la creación de espacios verdes son fundamentales para proteger la salud de la población, especialmente la de los niños y niñas.

Por otra parte, apuntó la importancia de estudiar la contaminación lumínica y la exposición a la luz azul como factores que pueden afectar la salud. La creciente presencia de LEDs azules en las ciudades y el uso de dispositivos electrónicos por la noche pueden alterar los ritmos circadianos y afectar negativamente al sueño y al rendimiento cognitivo.

Cómo estudiar el cerebro infantil

Para estudiar el impacto de la contaminación en el cerebro infantil, Mónica Guxens y su equipo utilizan diversas técnicas, desde resonancias magnéticas que muestran la estructura del cerebro y cómo se conectan sus áreas, a evaluaciones psicológicas y test de ordenador para valorar sus funciones cognitivas. Además, se pregunta a padres, profesores y a los propios niños sobre su comportamiento y bienestar.

La investigadora de ISGlobal considera fundamental seguir estudiando los efectos a largo plazo de la exposición a contaminantes ambientales, ya que la plasticidad del cerebro no garantiza la reversibilidad total de los daños. La investigación con las cohortes del proyecto INMA, que ahora incluye a jóvenes adultos, permitirá evaluar el impacto de las exposiciones tempranas en la salud mental y la función cognitiva a lo largo de la vida.

A lo largo de la charla y posterior debate, Mónica Guxens planteó la necesidad de crear plataformas de información accesibles a la población para informarse sobre las investigaciones en salud pública. Asimismo, subrayó la importancia de la colaboración entre investigadores, responsables políticos y la sociedad en general para impulsar cambios que protejan la salud de las generaciones presentes y futuras.

Ver conferencia íntegra