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El desafío de comunicar la “relación tóxica” del ser humano con la naturaleza

El Foro de Sostenibilidad de los Cursos de Verano UPV/EHU-Fundación BBVA ha acogido un diálogo sobre los grandes desafíos del medio ambiente y su difusión a la sociedad entre Matt McGrath, el corresponsal medioambiental de la BBC galardonado con el I Premio Biophilia de la Fundación BBVA, y Pedro Jordano, profesor de Investigación del CSIC en el Departamento de Ecología Integrativa de la Estación Biológica de Doñana y secretario del jurado del Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación.

McGrath ha arrancado la conversación recordando las dramáticas conclusiones de los informes publicados en los últimos días por WWF y la ONU sobre el “catastrófico declive” de la biodiversidad: “Nos encontramos en un momento crucial para comunicar de forma clara los grandes desafíos del medio ambiente, a pesar de que ahora mismo el mundo entero está distraído con otros problemas”. Pero aunque en estos momentos la pandemia de COVID-19 está prácticamente monopolizando la agenda informativa de los medios, el corresponsal ambiental de la BBC ha destacado el gran éxito de audiencia que ha logrado este pasado fin de semana el documental Extinction: the facts, presentado por David Attenborough. Para McGrath, se trata de un claro ejemplo del “gran impacto” que puede tener la mejor comunicación ambiental a la hora de sensibilizar a la sociedad sobre este inmenso desafío, con narrativas capaces de seducir a todos los públicos, sin perder un ápice de rigor.

Jordano ha recalcado que, en efecto, los últimos informes científicos sobre la pérdida galopante de biodiversidad han dejado claro que nos encontramos ante la amenaza de una “sexta gran extinción”, cuyo responsable en este caso no es ningún desastre natural, sino la acción del ser humano. La evidencia, según el investigador del CSIC, refleja de manera contundente que en la última década no hemos alcanzado los objetivos acordados sobre conservación de la biodiversidad. “No solo estamos comprobando que muchas especies desaparecen, sino que se está produciendo una verdadera degradación de todo el ecosistema global de la Tierra. Es una verdadera crisis de biodiversidad que pone en riesgo nuestro bienestar y nuestra prosperidad futura. Estamos literalmente en caída libre, y necesitamos de manera urgente acciones concertadas a escala global”.

Abrir las puertas a las pandemias

De hecho, con respecto al coronavirus que está golpeando ahora mismo a todo el planeta, Jordano ha señalado que existe una clara relación entre “nuestra relación tóxica con la naturaleza” y el origen de esta y otras pandemias recientes. “Ahora mismo el foco está centrado en la urgencia de encontrar una vacuna o un tratamiento eficaz, pero no debemos olvidar que hemos abierto la puerta a las pandemias a través de la deforestación, la pérdida de hábitats, la caza y el comercio ilegal de especies salvajes, y otras acciones destructivas que aumentan el riesgo de que los virus ‘salten’ de especies animales a la población humana. Los análisis genéticos indican claramente que el actual coronavirus tuvo su origen en una zoonosis de este tipo, un patógeno que probablemente saltó de murciélagos, con otras especies (pangolines o ganado doméstico) como posibles hospedadores intermediarios en la transmisión al ser humano”.

McGrath ha reconocido que el desafío de comunicar amenazas como el deterioro de la biodiversidad es inmenso, admitiendo que los periodistas tienden a “simplificar los mensajes” y con frecuencia no son capaces de comunicar adecuadamente ni la gravedad ni la complejidad de estos problemas. Sin embargo, tras sus muchos años de experiencia, a lo largo de la brillante trayectoria por la que ha sido galardonado con el I Premio Biophilia, McGrath considera que ha aprendido algunas lecciones clave para poder comunicar los desafíos ambientales con rigor y eficacia.

Ejemplos locales, implicaciones globales

“Más allá de la pasión y el entusiasmo, que son fundamentales, necesitamos comunicar con números simples y claros: por ejemplo, el umbral de 1,5º que no debe superar el aumento global de la temperatura o la necesidad de reducir las emisiones de gases contaminantes al 50% antes del año 2030. Exponer cada problema con cifras sencillas ayuda mucho a comunicarlo. En segundo lugar, es muy útil recurrir a ejemplos locales que entienda tu audiencia -por ejemplo, una especie amenazada en España-, para después ponerlo en el contexto del problema global de la biodiversidad. Es decir, hay que partir de historias locales para después explicar sus implicaciones globales”, ha señalado el corresponsal ambiental de la BBC.

“Además, a la hora de comunicar los resultados de la investigación, debemos reconocer y enfatizar la complejidad de la ciencia, mostrando los matices y diferencias de opiniones entre los propios investigadores”, ha continuado McGrath. “Al mismo tiempo, no podemos limitarnos sólo a exponer los problemas, sino que también debemos tratar de plantear y explicar las soluciones que pueden servir para afrontarlos, aunque sean difíciles y supongan sacrificios. Y por último, debemos medir muy bien los tiempos y aprovechar los momentos clave para colocar cada tema en la agenda, por ejemplo presentando informes de cambio climático antes de que se inicie una nueva ronda de negociaciones internacionales”.

“El problema”, ha comentado Jordano sobre el reto al que se enfrentan los comunicadores ambientales, “no es tanto que se simplifiquen los informes científicos, sino que se trivialicen. La ciencia es extremadamente compleja, y es necesario simplificar sus mensajes para que puedan transmitirse al público general. Hay descubrimientos fascinantes que pueden explicarse de manera atractiva y eficaz, con tal de que no se trivialicen si se pone el foco en lo anecdótico en vez de en lo importante. El reto, además de transmitir la información, es que transmitamos conocimiento”.

Los tres ‘tsunamis’ que amenazan a la humanidad

En el tramo final del diálogo, McGrath ha recordado una viñeta publicada recientemente, que en su opinión resume perfectamente el momento actual que vive la humanidad: “Muestra las tres olas que se nos vienen encima: la primera, bastante grande, es COVID-19; la segunda, todavía más gigantesca, es el cambio climático; pero eso no es nada, después todavía nos espera la más peligrosa de todas, que es la extinción de las especies”.

Jordano ha reconocido que la imagen de esos tres tsunamis “refleja muy bien la realidad”, antes de concluir con un mensaje final de optimismo: “Está claro que tenemos enfrente esas olas amenazantes, pero los humanos somos buenos surfistas y seremos capaces de afrontarlas y superar este desafío si actuamos de manera eficaz y coordinada. Todavía estamos a tiempo de lograrlo”. El investigador de la Estación Biológica de Doñana aboga por lo que denomina un “optimismo condicional”, que use acciones concertadas a escala internacional, ya que sabemos cómo recuperar el medio ambiente y la biodiversidad siempre y cuando se den las condiciones adecuadas.

Sin duda una de las claves fundamentales para abordar este reto, tal y como han enfatizado tanto McGrath como Jordano, es precisamente fortalecer los lazos entre investigadores y comunicadores ambientales. Solo a través de una gran alianza entre la ciencia y el periodismo será posible que el conocimiento sobre la degradación de la vida en la Tierra se transmita con eficacia, y que la sociedad sea capaz de reaccionar antes de que sea demasiado tarde.