Itzuli

A las ONGs “se nos está identificando como paliadores de situaciones desesperadas, pero no estamos arreglando los problemas de fondo”

Entender el fenómeno de la movilidad humana como algo que se puede frenar con vallas de seguridad se debe a una cortedad de miras de nuestra clase política que responde ante una sociedad que la excluye. Se calcula que entre 800 y 1000 millones de personas, de aquí a 2050 vivirán situaciones insostenibles por no tener acceso al agua o a terrenos fértiles, o por condiciones de calor y frio extremos.

“Con Afganistán estamos repitiendo la misma historia de Siria y a futuro nos quedan aún muchas historias. Lo mismo ha pasado con Venezuela o con el éxodo de centro américa hacia Estados Unidos. Las mismas situaciones de vulnerabilidad, violencia e inseguridad elevada al máximo de la población. Es un coctel mezclado también con elementos de desigualdad y falta de condiciones mínimas de seguridad que siguen sumando y sumando.”

Lo dice Fernando Mudarra, director de “Ayuda en Acción” y director del Curso: El reto de la movilidad humana: pobreza, cambio climático, conflicto y situaciones de violencia como causas de las migraciones forzosas.

“Soy muy autocrítico porque sobre todo durante la última década y motivados por polarizaciones ideológicas y politización de las políticas de cooperación al desarrollo, las ONGs se han visto como agentes paliadores de lo que hacen los Estados Occidentales desde los que actúan. Se han convertido en agentes de ayuda humanitaria sin entrar en reivindicación de derechos o desarrollos a largo plazo. “Nos dedicamos a entregar Kits de alimentación o de salud. Es lo que está pasando en el Sahel desde hace muchos años, en Siria y ahora en Afganistán. No se abordan las auténticas causas. “A base de financiarnos para ese tipo de actividades se nos está identificando como paliadores de situaciones desesperadas, pero no estamos arreglando los problemas de fondo”

La gran geopolítica está entendiendo los desastres humanos como daños colaterales. Considerar como un problema cultural lo que está pasando en estos países es de una cortedad de miras muy importante. Los problemas de movilidad humana que se dan en el mundo, no se reducen a los 84 millones de personas refugiadas y más de 200 millones migrantes, sino que hay que ampliarlos a todas las personas que salen de sus hogares porque tienen que buscarse la vida. En un 70% se quedan en países vecinos en unas condiciones que nunca son maravillosas y hay que sumar también los millones de desplazados internos. El caso más llamativo puede ser el de Mozambique con un millón de desplazados por terrorismo islámico. “No son problemas puntuales, intentamos tapar el sol con un dedo, pero la situación se va a ir incrementando”

Aporta Fernando Mudarra un par de datos:  la pandemia ha incrementado en cientos de millones los pobres en el mundo y ha provocado unos niveles de desigualdad muy preocupantes. En América latina, en Asia, en África y en la propia Europa. Si le sumamos los elementos climáticos que estamos viendo de forma reiterativa, se calcula que entre 800 y 1000 millones de personas, de aquí a 2050 vivirán situaciones insostenibles por no tener acceso al agua o a terrenos fértiles, o por condiciones de calor y frio extremos que van a seguir expulsando a las personas de sus lugares de origen. Entender este fenómeno como algo que se puede frenar con vallas de seguridad se debe a la cortedad de miras de nuestra clase política que al final responde a esa polarización de la sociedad que termina excluyendo y rechazando lo que consideran una invasión.

Con las inundaciones en Centroeuropa o Estados Unidos, en definitiva, cuando los problemas llegan al mundo desarrollado nos damos cuenta que la cosa va en serio, pero el cambio climático va a ser el principal factor de emigración en los próximos 25 años. Reconocer la figura del refugiado climático va a ser incontestable.

Recuerda Fernando Mudarra como el Banco Mundial afirmó en 1995 que las guerras no iban a surgir por los hidrocarburos sino por el Agua. Ya hay movimientos geopolíticos y militares pensando más en dónde están los reservorios del agua en el mundo.  Se tiene muy en cuenta el gran acuífero guaraní entre Brasil, Paraguay y Argentina, y ojo con los enfrentamientos que pueden surgir en la gran Presa del Renacimiento de Etiopia que regula el Nilo y afecta al 70% del PIB de Egipto.

Los migrantes no salen teniendo como destino un campo de refugiados. Es necesario un “tránsito mediante vías seguras que les asegure que no van a ir a un lugar donde estén peor que en el país que dejaron. Ruta seguras y conciencia en los países de destino donde les acojan conforme a la Declaración de Derechos Humanos”

Con el caso de Afganistán desde “Ayuda en Acción” se temen nuevos cierres de fronteras, intentos de huida y campos de refugiados en precarias condiciones. “Y nadie se mueve. Necesitamos una sociedad informada de las causas y las alternativas ante esta movilidad, pero tenemos mensajes de odio y exclusión que no están ayudando en nada a tomar decisiones conscientes y adecuadas. La sensación de rechazo está creciendo en la sociedad y está marcando mucho las decisiones políticas. La única ficha que se está moviendo es la de intentar retener en sus países a la gente con algunos planes de desarrollo y apoyo a los gobiernos que sirven de tapón para que sus fuerzas de seguridad eviten la salida de la población”

Fernando Mudarra clama por una altitud de miras diferente y trabajar para que la gente no se tenga que irse de sus países, pero con apoyo real a su desarrollo. Y apostilla también recordando que tanto Estados Unidos como Europa van a necesitar emigrantes para su desarrollo y su caída de natalidad.

Desde “Ayuda en Acción” se piden también “políticas activas de retorno.” Por experiencia sabemos que muchas personas de las que emigran no tienen intención de abandonar a su familia, su cultura y su país, sino que tienen intención de volver. Es lo que está pasando con la población siria o con los ecuatorianos que, tras mejorar sus condiciones en España, comenzaron masivamente a volver a su país. A muchos latinoamericanos actualmente en España les gustaría volver.